Cuando les decimos a nuestros hijos que esperen su turno, que respeten una fila, que esperen un momento a que terminemos lo que estamos haciendo, que no hablen por encima de los demás, les estamos enseñando a ser pacientes y enseñando el valor del respeto.
Pero cuando detenemos la marcha, dejamos de lado un momento lo que estamos haciendo, y atendemos a su llamado, escuchamos con atención sus historias y mostramos interés real en lo que nos quieren decir, están aprendiendo que son amados y tenidos en cuenta, y de paso les estamos enseñando el valor de la cortesía y la gentileza.
Cuando estamos cansados y explicamos con cariño a nuestros hijos que no podemos atenderlos en ese momento, porque nos sentimos mal, cansadas o agobiadas, les estamos enseñando a ser empáticos, a respetar y entender los estados anímicos de los demás.
Y cuando a pesar del cansancio, el agotamiento o la enfermedad, sacamos energías de dónde no hay, para sentarnos a su lado a jugar, o simplemente a acariciarles y hacerles compañía mientras juegas, les estamos enseñando la capacidad infinita que tiene el amor.
Cuando contenemos a nuestros hijos en una rabieta, cuando en lugar de regañarles les abrazamos y les decimos que les queremos y les entendemos, que sabemos lo difícil que es crecer, les estamos enseñando el valor de la compasión y la escucha activa.
Cuando delante de nuestros hijos ayudamos a esa señora que se le han caído las bolsas, al señor mayor que necesita bajar del autobus, a la madre reciente que no puede con una sola mano tener el bebé y cerrar la silla, estamos demostrando con nuestro ejemplo y enseñando el valor de la solidaridad y el altruismo.
En la mañana cuando les pedimos que desayunen bien, que se vistan solos, que se laven los dientes, que se peinen, que se limpien, les estamos enseñando el valor del autocuidado, y cuando les pedimos que pogan la comida a las mascotas, que no les jueguen fuerte, que les respeten, les estamos enseñando el amor y el respeto por los otros seres vivos.
Cuando dejamos que nuestros hijos resuelvan por sí mismos ese puzzle que quieren hacer, o cuando les acompañamos en silencio mientras practican una y otra vez para ese recital, o cuando les animamos a no darse por vencidos cuando quieren construir esa torre de fichas de dominó, cuando les animamos a intentarlo una y otra vez, cuando les decimos que el camino puede no ser fácil pero que la recompensa al final será maravillosa, les estamos enseñando el valor de la constancia y la perseverancia.
Por eso, cuando hacemos las cosas por ellos, cuando intentamos a toda costa evitarles la frustración que produce no lograr lo que se busca, cuando resolvemos todas sus dudas en lugar de invitar a descubrir por si mismo, cuando en lugar de ser facilitadores nos convertimos en proveedores de soluciones, les estamos evitando el maravilloso proceso de aprendizaje que trae el error y el fracaso.
Cuando damos contención en sus fracasos y les enseñamos que hacen parte del aprendizaje y de igual forma celebramos con contención sus logros, les estamos enseñando a valorarse a si mismos por lo que son y pueden lograr.
Y si contamos con suerte, podremos además enseñarles el valor de la tolerancia ante la diversidad cuando no hacemos distinciones por raza, credo, condición sexual o de género, de ningún tipo, cuando aceptamos a quienes nos rodean por lo que son y no por la etiqueta social que se les ha impuesto. El valor de ser.
Educar en valores no requiere de más esfuerzo, sólo de la suficiente empatia y coherencia con nuestros propios valores y una gran dosis de conciencia o eso que llaman a hora «mindfulness».
Feliz semana,
Fotos de Daiga Ellaby y Michał Parzuchowski on Unsplash
Y explicarles los por qués de lo que hacemos cuando esperamos, cuando les ayudamos, cuando les decimos hazlo tu solo,
Siempre aprendo contigo, Cata
Pues yo aprendo mucho más de ti, Marisa… cada día. Un abrazo
¡Qué gran post! La coherencia, la empatía, el respeto y sobretodo el ejemplo es lo mejor que podemos darle a nuestros hijos, todo con mucho amor! Me ha parecido un post muy bonito lleno de verdades, pero sobretodo lleno de amor y de respeto, me ha encantado!!
El ejemplo de los valores que transmitimos y el amor como bien dices, esas son las claves; ya sabes lo que dicen, ellos devolverán al mundo lo que han recibido. Me alegra mucho que te haya gustado. Un saludo enorme…
Como se suele decir hacen lo que haces y no lo que dices. Es fundamental tener en la mente que son pequeñas esponjas que van absorbiendo todo y nuestro ejemplo es el primero que tendrán en sus vidas.
Ser conscientes de que no sólo es lo que hacemos sino «el valor» que hay detrás de lo que hacemos es tan importante, porque como bien dices, nuestro ejemplo es el primero que tendrán en sus vidas. Un abrazo guapa…
Cuánta razón Cata. Y que bien escrito. Los peques absorben lo que van viendo y somos su primer ejemplo, con todos nuestros actos les vamos dando las pautas para desenvolverse.
En cada mínimo detalle, vamos sembrando! un gusto tenerte de nuevo por aquí. Besos
Que post tan bonito. Somos el espejo en donde se miran y muchas veces no nos damos cuenta. Están en plena fase de esponjas y debemos aprovechar para inculcar buenos valores. Aiiiiins que difícil es ser padres! Salu2
Difícil, sin duda, y más aún si quieres ser una madre consciente en pleno… pero no imposible. Lo que hagamos hoy por ellos, será lo que veremos en el futuro. Un abrazo
Que lindo tu post , sobre todo por que soy mami primerisa y me siento identificada con los que escribes 🙂
Como madre primeriza tienes todo el camino por delante para decidir el tipo de crianza que quieres para tus hijos, estás ante una hoja en blanco para escribir tu propia maternidad. Un abrazo
Que post más bonito Cata, y cuánta verdad hay en él. El ejemplo es lo mejor que podemos darle a nuestros hijos, pero claro, también te digo, que para eso, nuestros propios valores y creencias, tienen que estar «en orden», que también hay mucho tarado por ahí suelto! Un beso!
Me ha encantado tu post, por eso esta semana lo he incuído entre mis favoritos!!
Ay, muchas gracias, me alegro mucho que te haya gustado tanto para incluirlo en tus recomendaciones. Mil gracias.
Me ha encantado el post Cata!! Da gusto leerte!!! Sin duda estoy completamente de acuerdo contigo. Los niños funcionen por imitación y no hay mejor aprendizaje para ellos qué aplicarnos con el ejemplo 😊
Ay, muchas gracias por esas palabras tan lindas, te las agradezco de verdad. Es que ellos se nutren de nosotros, de lo que hacemos y cómo lo hacemos, así que un poco de toma de conciencia nos vendría bien de vez en cuando para poder ser mas certeros en la educación en valores. Un abrazo y qué gusto tenerte de nuevo por aquí.
Genial el post y es que realmente es tal cual…
Nuestros hijos aprenden muchas cosas de nosotros por imitación y si no les damos ejemplo, mal asunto, y luego encima nos lamentamos…
Así es Vero… luego estamos lamentándonos de «porqué hacen lo que hacen»… Un saludo y gracias por pasarte
Aprendemos tanto de ellos… y ellos de nosotros. Y la verdad es que no nos damos cuenta de cuánto… gracias por esta reflexión. Con el ejemplo es como mejor enseñamos, a los peques, y demostramos la persona que somos, a los demas 🙂
Mas que el ejemplo, esta reflexión va de ser conscientes de lo que trasmitimos con cada detalle, con cada acción e identificar el tipo de valor que estamos transmitiendo. Un saludo y gracias por pasarte por aquí.
¡Cuánta razón! Cuesta “dejarles caer”, aunque sepamos que es una caída controlada, pero es lo mejor para ellos.
Tendrán que aprender a levantarse solos, y mejor si estamos ahí sin necesidad de agobiarlos. Un saludo
Tengo que admitir que se me ha caido una lágrima. ¡Que hermosas palabras! Es tan cierto, a medida que los niños crecen van absorviendo todas las cosas que suceden en su entorno y asimilando como propias. Ojala todos podamos ser ejemplo para nuestros hijos
Aunque no lo queramos, seremos ejemplo… lo importante aquí es tomar consciencia de ello y elegir de «qué queremos ser ejemplo». Gracias por tu comentario y lamento responder tan tarde.