Estoy cansada de tener que seguir escuchando de boca de otros «qué tipo de madre soy»; quisiera que la gente simplemente entendiera que no busco calificativos ni aprobaciones de nadie.
Quisiera que se me respetase y punto, sin más. Lo que hago lo hago por amor a mis hijos, y no buscando que otros me validen y digan si hago o no bien las cosas, si soy o no una buena o mala madre. No siempre las cosas salen como quisiera, muchas veces me equivoco, algunas otras las cosas salen bien, pero nunca lo que hago lo hago a la espera de un comentario o una valoración. No.
Tampoco quisiera que que te pasara a ti que me lees, tampoco me gustaría que te señalaran por el «tipo de madre que eres». No hemos sido madres para saciar la necesidad de la sociedad a tener un chivo expiatorio al cual señalar en caso de error o vanagloriar en caso de acierto.
No se trata dejarnos poner etiquetas (o lo que es peor, ponérnoslas nosotras mismas), no… se trata de asumir que somos madres y punto, con nuestros más y menos.
No quisiera volver a tener que escuchar «es que las madres como tu…» porque no existen las madres como tu o como yo; No, todas somos diferentes, todas somos únicas, con nuestros días buenos y malos, con nuestros despistes, con nuestras ansias por mejorar y aprender, con nuestro cansancio, con nuestra falta de paciencia, con nuestros agobios y miedos, con nuestras pequeñas grandes batallas ganadas o perdidas, con nuestros aciertos, con nuestras decisiones… factores que se entremezclan en diferentes proporciones, según el día y la hora, y que hacen que seamos únicas, simplemente madres y punto.
Tengo días en que mis actuaciones son desastrosas y poco asertivas, días en los que la paciencia me acompaña incesante y me permite transpirar armonía, otros tantos en que los agobios y las dudas me hacen sentir que toco fondo. Hay algunos otros en los que el amor por mis hijos me sale por los poros y me empodera y me hace sentir que la maternidad me ha curado, que la vida es mejor desde que ellos están, que puedo con todo y más. Todos esos son mis días, todos hacen parte de mi equipaje y harán parte del equipaje de mis hijos, en la medida en que yo deje que eso les afecte, pero no serán otros los que vengan a decírmelo… porque soy yo la madre y punto.
Permíteme este desahogo… al fin y al cabo, también para esto he vuelto al blog.
Me encanta
Me alegro de tu vuelta! Se te echaba de menos.
Siempre tan sensata. Un placer tener siempre cerca tu punto de vista.
Me he sentido muy identificada leyéndote. Así es… La palabra madre implica un aprendizaje tan intenso… A veces todo va rodado, y otras se hace cuesta arriba, pensamos que lo estamos haciendo todo del revés!
Lo que creo es que hay que rodearse de mujeres que sumen, que no nos culpabilicen, que normalicen todas estas situaciones. Y para eso no hace falta ni ponerse una etiqueta ni menospreciar a nadie. Solo hace falta desahogarse y contener. Por suerte yo estoy muy bien rodeada.
Un abrazo
Totalmente de acuerdo. Bienvenida la maternidad sin etiquetas ni comparaciones. La única y genuina, la de cada una. Bienvenida de nuevo al blog!
Buena reflexión, ya está bien de etiquetas y comparaciones.Te acabo de descubrir pero me alegra que sigas escribiendo.
Un abrazo
Un abrazo.