Hace cerca de tres años cuando ElPeque empezó en el colegio de “mayores” tuvo una, digamos crisis, porque le molestaba que todo el mundo le estuviera diciendo que era mayor cuando, según él (y por cierto muy acertado) aún era pequeño. Incluso escribí un post al respecto: Mamá no quiero ser mayor.
Pero el tiempo pasa, las cosas cambian y ahora es él quien dice que se está haciendo mayor.
Lo que ha suscitado ese cambio de percepción ha sido el regreso del Ratoncito Peréz. Hace cuatro meses lo visitó por primera vez (y en dos días consecutivos) por sus dientecitos de abajo, que estaban ya sobrando porque los definitivos ya habían crecido detrás (y yo pensando que se iban a caer antes) así que poco echamos de menos a esos dos dientes de leche… y de nuevo ahora y en menos de dos días se le han caído los dos dientes centrales; y de inmediato hizo algo click en todos nosotros…
¡Su expresión de bebé desapareció! ¿Dónde ha quedado? Me pregunté yo ese mismo día… y el muy seguro de sí mismo me respondió: – ¡Mamá es que ahora ya me estoy haciendo mayor!
Es increíble como con un solo evento las cosas cambian así, ¡de repente! Y no es que sea realmente así, pero es como si hasta ese preciso momento no hubiéramos sido conscientes del proceso de cambio que se estaba dando. ¡Plas! Ya está, ahí quedó mi bebé… ya no lo es, ahora es un pequeño niño que ha iniciado su segunda infancia…
Se caen los dientes y todo cambia
De repente es como si todo hubiera cambiado; nosotros con ElMayor cometimos el error que cometen casi todos los padres y madres primerizos… verlo más mayor de lo que realmente era, y a veces, muchas más veces de lo que quisiéramos admitir, metiéndole prisa en su desarrollo. Todo esto hasta que llegó ElPeque, y ahí fue como un sacudón… ahí nos dimos cuenta que ElMayor realmente seguía siendo un bebé grande, pero un bebé, al fin y al cabo, y a partir de ese momento, nos subimos al carro del slowliving, del respeto de los propios ritmos, del dejarles ser… por fortuna, todo nos llega cuando realmente estamos en capacidad de asumirlo y aceptarlo.
Ahora nos toca ver esa metamorfosis de ElPeque, y debo ser honesta, aunque me llena de orgullo y satisfacción poder ser testigo (arte y parte) de ese proceso, me ha entrado una profunda nostalgia… aunque me he disfrutado estos seis años hasta la saciedad, ya no tendré bebé, ya nunca más tendré a mi bebé ( que seguirá creciendo), ni a este ni a otro bebé, porque la vida es así … porque ya no tengo edad ni salud para embarcarme en otro embarazo, porque o si no, y lo digo en serio, ya me estaría poniendo en la tarea…
Por eso, si tú que me lees tienes al peque menor de seis años permíteme que te diga: no le metas prisa, disfrútalos cada día, cada momento, embriágate de su olor a bebé, no dejes de abrazarle y que se pierda entre tus brazos, de alzarle y sentarle en tu regazo, de reírte a carcajadas en el suelo, de tomar su mano y acariciar su piel de melocotón, la vida pasa tan rápido que nos dejamos llevar por las prisas que el sistema nos impone… y no, no te dejes llevar… la infancia de nuestros niños es la etapa más corta de su vida, y pasa en un suspiro…
Hola. una vez más me siento totalmente identificada con tu reflexión. Cuando nació mi segunda hija a la mayor la trataba y sentía como mayor pero realmente aún era un bebé. Me alegra leer que te pasó un poco lo mismo. La pequeña de la casa siempre será ya la peque de la familia pero creo que con la mayor pasé muy pronto a tratarla como ''adulta''. El tiempo vuelo y nuestros hijos se nos hacen mayores enseguida. Seguimos en contacto
Ay Marta!! Cuánto me alegra saber que no hemos sido los únicos ni los últimos en caer en ese error; ahora cuando los veo, hay ocasiones en las que deseo que el tiempo se detenga y que por un instante se quede todo cómo está… Con ellos así, pequeños aún! Gracias por pasarte
Que ternurita! A nosotros aún no nos ha visitado pero si a mis sobrinos y de verdad que cambian mucho.