Internacional del Libro, que hablando de
Gabriel José de La Concordia García Márquez… del día en que conocí al hombre detrás del escritor; de cómo encontré al escritor y como mi vida
se ha visto ligada a la suya… mi vida con Gabo!.
uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.” Haré
mi mejor esfuerzo para narrar esos sucesos
Fue en Marzo de 1983.
Tenía yo once años y estaba recién
llegada de Houston (2 años viviendo allí para aprender inglés); mi madre era en ese entonces una mujer con una gran notoriedad pública
en Colombia: presentadora y programadora de televisión, secretaria (e) del Partido Liberal y miembro
de la Asociación Nacional de Mujeres Liberales (Ya irás entendiendo de dónde
viene mi vena reivindicativa y rosácea), y fue justamente esta asociación la
gestora de tan maravilloso encuentro; designaron a mi madre para hacer entrega
de una condecoración honorífica al gran
Gabo, por su Premio Nobel y por su trabajo a favor de la igualdad de la mujer
colombiana.
ni corta ni perezosa aceptó el tan
honorífico encargo, y me embarcó con ella en esa tarde de primavera
bogotana, haciéndome saltar un día de colegio, ya que ella consideró (acertadamente) que
este evento bien merecía una ausencia de clases y que de éste encuentro iba a
aprender mucho más que sentada en un aula. (Gracias
Mami, y si que tenías razón).
la Avenida Circunvalar al norte de Bogotá a poco más de un kilómetro de nuestra
casa, esperando a que el Nobel terminara
de atender una llamada telefónica. Yo
inquieta y curiosa, observando y explorando todo a mi alrededor, cuando de
pronto una voz grave me dice a mi espalda: “No toque eso… ¿porqué no está en el
colegio?” y antes de yo poder reaccionar o responder, mi madre tomo las
riendas de la conversación y mi presencia pasó a un tercer plano.
silencio atisbando un ápice de la terrenalidad de este hombre y gran
escritor; perdida en la conversación que sostenía con mi madre, en sus risas y
comentarios, sin entender mucho de que iba. Fue un encuentro breve, muy breve, tal vez menos de una hora, pero intenso. Recuerdo las flores en un
jarrón, y el jardín que se veía desde el cristal del salón, y mi complicidad
con el fotógrafo que nos acompañaba.
presencia del hombre detrás del escritor que enmudeció mi curiosidad, e hizo
eco sordo a mis palabras, me marcó para siempre. Yo sabía que era un grande
entre los grandes, pero no entendía porqué le era invisible e indiferente… me
costo muchos años entenderlo, y verlo reflejado en sus libros… No todos los grandes hombres ni los grandes
escritores entienden de niños.
hombre, pero mi encuentro con el escritor tardaría en llegar dos años más.
Y lo recuerdo aún mejor que el primero. Eran las vacaciones de navidad de 1985, cuando un mensajero llevó un
ejemplar de un libro para mi madre: era El Amor en los Tiempos del Cólera
recién salido de imprenta, yo, con trece
años próxima a cumplir 14 tome el paquete y empecé a ojearlo. Aún recuerdo su
carátula amarilla y ese barco de vapor… quedé hipnotizada, absorta y en menos
de día y medio había ya devorado las más de 400 páginas. Y es que era
inevitable no caer…
olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino
contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la
penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso
dejado de ser urgente desde hacía muchos años.”
inicio como lectora real, no de tarea sino de interés… pero además ha estado presente en varios de los
momentos más importantes de mi vida.
después de ese encuentro con el escritor, con el libro, con su obra, con su
realismo mágico, la vida me lleva a conocer
al mejor jefe que he tenido jamás; Claudio Arango, creativo y responsable del
diseño de la primera carátula de ese maravilloso libro que me envolvió y me
convirtió en lectora, era el director general de Góndola (una agencia
especializada en diseño de identidad visual corporativa, afiliada a Procesos
Creativos).
Claudio tuve la oportunidad de volver a tener contacto con Gabo, con el
Gabo escritor, trabajando un proyecto de
diseño de carátulas para una serie de libros de su, por ese entonces naciente,
escuela de cine en Cuba, entre los cuales estaba “como contar un cuento”.
ensuegré con un compañero y amigo de colegio del Gabo hombre. Mi suegro
Luis fue compañero de estudios y de dormitorio del periodista y escritor en el
Internado de la ciudad de Zipaquirá (un pueblo noto por sus minas de sal al
norte de la capital de Colombia) por
allá en los años 40´s. Mi suegro atesora manuscritos y documentos maravillosos de
los primeros pinos del Gabo periodista… coincidencias,
no lo creo… eso es realismo mágico!.
detrás del escritor, otro momento mágico resulta alrededor del Gabo escritor,
la coincidencia mágica y real con una gran mujer Leticia, a quien conocí a
través de las redes sociales y a quien he puesto piel en una charla que dí
sobre corresponsabillidad el año pasado; con quien comparto más que una
inquietud por la conciliación, una pasión por el realismo mágico…
en mi vida, a lo largo de ella, desde mi temprana adolescencia a hoy, ya con
cuarenta y tantos años…De lo afortunada que he sido de haberle podido conocer en persona, descubrir como escritor y recordar como inmortal.
hombre, pero el escritor seguirá vivo entre nosotros… porque “Las cosas tienen vida propia, todo es
cuestión de despertarle el ánima”
Que curiosa tu cercanía con tan ilustre personaje. Una gran parte de la historia de la literatura mundial se ha ido con su sabiduría porque sin duda, se ha llevado consigo mucho arte y mucho conocimiento.
Un abrazo, Catalina, que bello relato.
Gracias Michele; la verdad es que no fui consciente de esa cercanía hasta ahora…. pero siempre estará con nosotros.
Una gran pérdida sin lugar a dudas, aunque es tan amplio y vasto su legado que seguiremos aprendiendo de su obra. .. viéndola ahora como la obra de un inmortal.
Gracias Michele; la verdad es que no fui consciente de esa cercanía hasta ahora…. pero siempre estará con nosotros.
Una gran pérdida sin lugar a dudas, aunque es tan amplio y vasto su legado que seguiremos aprendiendo de su obra. .. viéndola ahora como la obra de un inmortal.
Creo que has sido muy afortunada por conocerle y nosotras por vivir ese encuentro en primera persona.un besaxo
Mi querida Cata, me ha emocionado leer tu entrada, esa mención especial es un tesoro para mí.
No puedo imaginar un hilo conductor más apropiado para tu vida (por lo poco que voy conociendo de ella) que el realismo mágico. Las cosas van encajando y sólo se ve con perspectiva a lo largo de los años. Que la magia siga presente a lo largo de tus días. Un abrazo fuerte.
Vaya!!! Que emoción debiste haber sentido no sólo en ese momento sino en el transcurrir de estos 31 años, allí quedó el recuerdo, en esa foto que quedará en tu historia familiar y blogueril. Saludos!!
Oh, Cata, qué conmovedora historia y el gran paralelismo de vuestras vidas… ya sabes que no creo en las casualidades 😉
Gabriel García Márquez comenzó a gustarme también temprano, no obstante, no llegó a cautivarme hasta que leí Cien años de soledad, ya con 26 o 27 años. Recuerdo perfectamente el hormigueo por mi cuerpo revelando las últimas líneas, tomando consciencia de que todo es magia y todo puede ser tan real como una desee.
Me sorprende esa frialdad hacia ti en el encuentro que relatas, no tanto por su indiferencia ante los niños, que bien es un reflejo de la pura realidad (realidad que no ha cambiado en todos estos años, por cierto) sino porque sus únicas palabras al referirse a ti fueran preguntar si no estabas en el colegio… ahora que se le comparte tanto con la famosa frase "desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela"… en fin, parece que se trata sólo de literatura, no? 😉
Grandísimo abrazo, bella
Que gran historia. Gracias por compartirlo y acercarnos a conocerte un poquito más. Muak!!!
Qué historia más bonita Cata, me ha encantado. Yo empecé a leer a García Marquéz muy de jovencita y sus libros siempre dejaron huella en mí, esa forma tan especial de narrar la historia… "El amor en los tiempos del cólera" me enamoró, "Crónica de una muerte anunciada" me impactó y "Cien años de soledad" me fascinó. Gracias por este post tan bonito. Pilar.
He disfrutado mucho de tu relato. Gracias por compartir las anécdotas, a mí me han deleitado mi primer café y mis pocos minutos de libertad antes de que la niña despierte. Y sí, tú mamá tenía mucha razón. Ahora también sé por qué eres un poco de la manera que eres, un aplauso para tu mami y otro para ti por atesorar esa herencias.
Un gran abrazo desde Budapest
Hola Cata!
Cuando vi la foto que publicaste en Facebook fui corriendo a despertar a mi esposo, que ya se estaba durmiendo, porque tenía que contarle tu historia! Yo soy peruana pero vivo en Colombia, ya que mi esposo es colombiano. Y ya que me acabo de leer este post completito, este domingo se lo cuento a toda mi familia política 🙂
Muchos cariños desde Pereira!
Diana